Inseguridad, migrantes y calor extremo

La galopante inseguridad que azota al país, pero en especial a los estados fronterizos con Estados Unidos, ha ocasionado que los migrantes que se aventuran a buscar una mejor vida
vean como obstáculo menor el clima extremo del desierto de Sonora.
Las altas temperaturas son una amenaza para la salud de la mayor parte de los habitantes de la región Sonora-Arizona, pero los migrantes están especialmente expuestos al clima debido al tiempo excesivo de permanecer en ambientes extremadamente cálidos bajo condiciones precarias.
Sobre este grupo, se sabe que de 2001 a 2013 murieron dos mil 184 personas en la zona fronteriza del sur de Arizona, y que de ellas, tres cuartas partes perecieron por hipertermia, golpe de calor o deshidratación.
Sin embargo, analistas del Colegio de la Frontera Norte aseguran que han encontrado que existe una aparente atenuación o minimización del riesgo climático, pues se sabe a través de consultas que solo una tercera parte de ellos consideró el clima como un problema para su salud.
Esta atenuación podría ser calificada por ciertos enfoques como falta de conocimiento o error probabilístico de los individuos. No obstante, al dilucidar el por qué de estas respuestas en su conjunto, resulta claro que esta minimización se debe más bien a una saturación –y su consecuente priorización– de peligros y problemas que padecen en el viaje.
En un territorio mexicano en el que, aparte de ser deportados pueden ser secuestrados, extorsionados, lesionados o asesinados, las altas temperaturas y las condiciones climáticas en general son percibidas como un peligro menor o no prioritario. Esta percepción del riesgo es reflejo de una construcción sociohistórica producto de la interacción de factores que rebasan los elementos puramente individuales.
Ello se expresa en dos niveles; en primer lugar a nivel intersubjetivo, es decir, la manera en cómo las y los migrantes internacionales comparten maneras de prever y entender los factores medioambientales a partir de procesos simbólicos y sociales.
Y segundo, se refiere a la interacción de factores sociopolíticos, la cual se manifiesta a través de la redistribución de peligros y como una externalización de la frontera en cuanto a la medida “prevención por disuasión”; así, en la percepción de peligros puede actuar un “filtro” cultural, asociado con la noción de lo que es justo o injusto, para priorizar cuáles son de mayor gravedad que otros.
Además del elevado número de delitos hacia los migrantes, éstos tienen el agravante de que sufren peligros de origen social, mientras que en el espacio de riesgo construido en la frontera Sonora-Arizona, son “las barreras naturales” las que enferman y matan a los migrantes, atenuando con esto el sentido de injusticia y la responsabilidad de una política migratoria letal.
En suma, como se observa en los datos de la organización Humane Borders del 2014 y en lo que ha sido documentado por expertos, la zona fronteriza Sonora-Arizona
continúa como una zona d​e ​peligro constante para los migrantes.
Lamentablemente, para buena parte de ellos es un peligro imperceptible, pues otras amenazas han aumentado, en particular la violencia hacia ellos en el territorio mexicano.
Si se quiere que el riesgo climático de la frontera norte de México sea percibido y sobretodo prevenido, urge atender la inseguridad desbordada en contra de los migrantes en México. Los peligros pueden existir y reproducirse debido al contexto de vulnerabilidad en el que los migrantes viajan, agravado a su vez por políticas migratorias hostiles de México y Estados Unidos.
PARA EL REGISTRO Muy oportuna la visita de la canciller alemana Angela Merker a nuestro país. Sus diferencias con el tirano Donald Trump la hacen la aliada perfecta de México y el presidente Enrique Peña Nieto debe aprovechar de la mejor manera la coyuntura para posicionar al mercado mexicano en Europa. Gracias y buen fin de semana.
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